Today's story is one of my own. This will be my last week in my home of 22 years and, even though it might sound like a sad event, it's also a good thing, because I get to start something new and beautiful and a wonderful new home.
Hoy os presento una historia mia propia. Hoy es mi última noche en mi casa. Llevo 22 años aquí y aunque irse suene como algo triste no es tan malo. Ahora me toca empezar algo nuevo en un nuevo hogar y los buenos comienzos siempre son apetecibles.
Hoy os presento una historia mia propia. Hoy es mi última noche en mi casa. Llevo 22 años aquí y aunque irse suene como algo triste no es tan malo. Ahora me toca empezar algo nuevo en un nuevo hogar y los buenos comienzos siempre son apetecibles.
Son las 18:30 de un día de frío de febrero. El viento sopla como nunca y el sol empieza a caer, dejando detrás de él una cascada de nubes grises que parece que solo quieren llorar. De repente, el viento, intentando añadir un poco de esperanza y alegría al final de lo que parece otro día más en nuestras vidas, abre una grieta entre las nubes dejando pasar ese color mágico que deja el sol en mi cuarto cuando se va a dormir. Hoy, el viento sopla tan fuerte que, más que abrir grietas en las nubes, parece que las está barriendo lejos de aquí. Parece como si alguien ahí arriba me estuviera recordando que me tengo que guardar esa imagen en la mente para siempre. Yo he nacido y crecido en esta magia llena de color. Durante toda mi vida, cada día, las nubes me han llamado a mi ventana para contarme un cuento mientras el sol se movía de izquierda a derecha sin parar para descansar. Y cada noche, la luna cantaba una canción a las estrellas que tímidamente salían a bailar para que solo yo las pudiese ver. Llevo veintidós años mirando por esta ventana. Hoy el cielo esta rosa fucsia, amarillo, naranja y gris. Hasta hoy, no me hacía falta tener un dormitorio con colores, ni cortinas, porque tenía mi ventana y su luz. Pero hoy me toca despedirme del lugar que durante veintidós años ha sido mi casa. Hoy digo adiós al lugar donde me trajeron nada más salir de la tripa de mamá, a las escaleras en las que mis padres nos hacían la foto del primer día de cole todos los años, al jardín que tantas fiestas me ha ayudado a montar y a la ventana que tantas historias me ha contado. Hoy digo adiós a mi primer hogar.