3 mar 2013

Short story : Death at my feet

Today's story is a different kind. Our writer, an anonymous, is a hunter. Hunting for him is not only a hobby but also a love and passion. Enjoy this different kind of story!

La historia de hoy es un tanto diferente. Nuestro escritor, un anónimo, es un cazador. Cazar para él no es solo un hobby pero también un amor y una pasión. ¡Disfrutad esta historia diferente!
Amanecimos una mañana, en un pueblo de España, llamado Orea, a -4.5ºC graditos. No sabíamos cómo vestirnos ni cómo prepararnos para el frío que íbamos a tener que pasar y para otros acontecimientos que nos esperaban. Mientras unos nos tomábamos las migas con huevos y preparábamos caldito caliente con jerez, otros intentaban escaquear una botella de vino del desayuno para añadirla al morral o la bota y, con suerte, incluso un bocata. 

Después de sortear, con la suerte propia del papel, distinta a la que repartiría el monte, nos pusimos manos a la obra, no había tiempo que perder y los animales esperaban. Pero al encaminarnos a las posturas, encontramos una cantidad de nieve y hielo que no estaba prevista. Tanto, que tardamos hora y media hasta que nos sentamos. Alguno incluso estuvo a punto de inventar un nuevo deporte: barranquismo con coche. 

En cuanto llegué, lo primero que hice, y siempre hago, fue sacar mi 300 Holland&Holland y cargarlo con cuatro balas, temblando por los nervios propios de la montería española. Inmediatamente después, con el rifle colgado de mi hombro, me apresuré a organizar el puesto. Vino y caldo calentito estaban deseando conocerme, por lo que no hice esperar y caté la botella de vino, que a la media hora ya estaba casi por la mitad. 
Después del primer lance, que acabó en una exitosa muerte del animal, pude observar atónito, que una cierva se aproximaba corriendo entre el denso pinar hacia mí, parecía que quería atacarme. Me quede inmóvil, sin tiempo de reacción. Debería explicar que estaba mojado, frío y con medio litro de agua en cada bota porque antes había tenido que cruzar el río para darle muerte a cuchillo a una cierva, ayudado por los perros, que se convirtieron en compañeros de campo, sujetándome al animal. Con las ideas congeladas no tuve tiempo para reaccionar, cuando estaba a escasos 10 metros, me encaré al visor y prácticamente sin poder afinar el tiro, la bala salió del rifle, dando una muerte instantánea al animal. Con la velocidad que llevaba me tiró la botella de vino y se deslizó por la nieve hasta acostarse por última vez encima de mi morral y de la funda del rifle. Tuve que dar un paso hacia atrás para que no me arrollara. Fue una muerte perfecta, sin sufrimiento alguno para el animal, que no se movió un centímetro. El sueño del cazador. Perfect shoot, perfect death, death at my feet.


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